El proyecto nace dentro del ámbito del antiguo Matadero de Madrid perteneciendo a un programa de contenido cultural promovido por el Ayuntamiento. Un complejo de más de veinte naves construidas por el arquitecto Luis Bellido hacia 1907 que pretende, ahora, convertirse en un nuevo foco cultural de vanguardia donde distintas instituciones han asumido la gestión y las rehabilitaciones de algunas de las naves.
La nave 17c ha sido asignada en un principio a Intermediae, nueva institución creada por el Ayuntamiento de Madrid para promover la creación contemporánea a través de un programa de becas e iniciativas que unirán la producción artística y la participación ciudadana. Todo ello se plantea como un proceso continuo de producción, donde precisamente el proceso se convertirá en el hilo conductor de este espacio.
La nave 17c ha sido la primera intervención llevada a cabo en todo el complejo Matadero y como tal puede ser considerada una experiencia piloto. El proyecto nació con dos clientes muy definidos. Por un lado el propio Ayuntamiento por medio de su Concejalía de las Artes y por otro Intermediae y sus condicionantes programáticos como futuro inquilino de la nave.
Desde el principio asumimos la intervención como una oportunidad para explorar las posibilidades de la rehabilitación. Se trató de aportar una nueva postura ante la actuación en el patrimonio histórico, una postura radical, una experiencia sobre los límites, los límites de la no actuación, reducir al mínimo necesario la intervención.
La tradicional inseguridad e indefinición teórica que afecta continuamente a las intervenciones actuales en el patrimonio con resultados a medio camino entre lo que debe y no debe hacerse desapareció desde un principio en este proyecto. La postura ha sido la de decidirse por una idea y explorarla hasta el final, sin miedo, sin complejos. Decidimos intervenir radicalmente sin intervenir, llevando la idea hasta sus últimas consecuencias.
Esta postura cruda ante la rehabilitación y la necesidad de dar servicio a Intermediae como una institución en gestación y en constante evolución, así como las indefiniciones naturales de un cliente bicéfalo forjaron la dureza natural de este proyecto.
Se ha trabajado sin concesiones sobre la rehabilitación como respeto a la ruina, potenciando sus valores sin apenas intervención. Se ha establecido un diálogo constante entre lo nuevo y lo antiguo, sin mezclarlos, juntos pero no revueltos. Estos dos lenguajes se muestran y se miran de cerca potenciando lo nuevo el valor de lo antiguo y lo antiguo el valor de lo nuevo. Dos posturas enfrentadas manifestadas ambas con su máxima crudeza.
Se ha pretendido voluntariamente mantener los cortes producidos en los muros tal y como una radial los va cortando. Las bajantes de PVC cobran interés al desnudo. Las marcas de la retroexcavadora originan texturas imprevistas al retirar el revoco. Los aislamientos de corcho aparecen aquí como un testigo de su historia frigorífica, sin complejos. Así el pasado se muestra, la obra se muestra. Cualquier testigo del proceso permanece sin alteraciones. El azulete de los niveles, la reparación y consolidación de los pilares, señales, arrugas, heridas sin cicatrizar como la vida de un anciano sin manías, donde su personalidad excesiva parece estar por encima de todo.
Frente a esto lo nuevo: muy poco, muy duro, muy limpio y muy recto. Lo nuevo aparece con mucha fuerza, muy pesado, muy seguro en otras ocasiones, muy transparente, muy frágil en otras. La juventud mirando al pasado y viceversa.
Su condición de espacio transformable nos ha llevado a pensar en la reutilización, en su reubicación, en su constante manipulación y en su alta resistencia al uso. Para ello hemos utilizado materiales procedentes directamente de la industrialización, sin transformación ninguna, de medidas estándar. Así perfiles de acero descontextualizados, sin tratar, se convierten aquí en bancos, barras, suelos técnicos, rodapiés, puertas, junquillos, etc. El vidrio montado de la manera más sencilla con sus dimensiones máximas sin cortar puede ser también reutilizado. Un mundo de materiales industriales cargados de densidad es capaz de establecer una comunicación abierta con lo viejo, con lo antiguo, alcanzando ambos su máxima expresividad.
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